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jueves, 2 de octubre de 2014

Si a la legalización de las drogas

El panorama para la legalización de las drogas parece distante, pero creo que de legalizarse, sería un avance gigante, una meta alcanzada en la lucha por la búsqueda de la libertad individual total. Pero para entender el por qué estoy a favor de la legalización, creo que primero es pertinente que se entienda quién es el principal protagonista de esta disyuntiva: el ser humano.

El ser humano no es una especie que nace con conocimiento automático de su entorno, la naturaleza no le provee de ese "conocimiento automático". Por ende, tiene que adquirir conocimiento por medio del uso de su capacidad cognitiva y su entendimiento con la realidad. La mente del hombre es su medio básico de supervivencia, su único medio de adquirir conocimiento, su única guía para la acción. Pero este conocimiento que va adquiriendo en el transcurso de su vida tampoco es necesariamente correcto, también es responsabilidad de cada individuo saber si esa información que adquirió lo está llevando al éxito o a la destrucción. Independientemente de qué camino ciego, estúpido o irracional decida seguir cada individuo el hecho persiste: que la mente es el medio de supervivencia del hombre, y que los hombres prosperan o fracasan, sobreviven o perecen, en proporción al grado de su racionalidad.

Dado que los hombres no son ni omniscientes ni infalibles, deben de ser libres de estar de acuerdo o no, de cooperar o de seguir cada uno su curso independiente, cada uno según su propio juicio; y nadie, ni ningún otro individuo, ni ningún grupo, sea cual sea su número, ni el estado, absolutamente nadie tiene el derecho a usurpar ese juicio. No hay excusa para que ninguna tribu le aplaste la cabeza a cualquier individuo en cualquier momento.

Cada hombre es una entidad independiente que posee un derecho inalienable a su propia vida, a su libertad, a la búsqueda de su propia felicidad, a su propiedad (empezando por su propio cuerpo) y ningún otro individuo o grupo tienen más derechos que otros. Como dice Ayn Rand: "cada persona es un fin en sí mismo, no un medio para el fin de otros". Por consiguiente, el requisito fundamental para que un individuo y una sociedad progresen es la libertad, dentro de un marco objetivo de los derechos individuales. Pero, ¿Cuál es el principio básico, esencial, el principio crucial que diferencia la libertad de la esclavitud? Es el principio de acción voluntaria, lo contrario de coacción física. La libertad, en un contexto político, tiene solamente un significado: la ausencia de coacción física.

El hombre tiene que ser libre de seguir su juicio y actuar en consecuencia, así sea que esto implique que se  quiera fumar un "cachito" de marihuana, masticar una hoja de coca o inyectarse heroína, por más que esté demostrado objetivamente lo perjudicial que sea injerir estas sustancias para la salud, el principio es el mismo: la libertad, cada quien se puede disponer de su propia vida como quiera y en el momento que quiera. La tarea del gobierno debería ser proteger los derechos de un individuo sólo cuando son violados por otro individuo, no es proteger al individuo de sí mismo. Tampoco ningún hombre tiene el derecho a iniciar el uso de la fuerza sobre otro; una pistola no es un argumento.

Si uno está a favor de la libertad, tiene que estar a favor de los derechos individuales del hombre; si está a favor de los derechos del individuo, ha de estar a favor de su derecho a su propia vida, a su propia libertad, a perseguir su propia felicidad. Pero si está a favor de estas medidas intervencionistas, está en contra de la vida, de la libertad, de su propia felicidad; está a favor de controles estatales en la vida privada de los ciudadanos; por lo tanto, es un dictador en potencia.

Entrando ya de lleno en materia, analizaré cada punto a favor y en contra de la legalización y si estos son válidos o no.

Hay algunos que argumentan que el consumo de drogas destroza la calidad de vida de una persona. Y aunque esto puede ser parcialmente acertado, hay que tener en cuenta que hay gran cantidad de casos en los que personas perfectamente normales y con calidad de vida ejemplar son consumidores activos de estas sustancias, puesto que atribuirle la culpa directamente al consumo de drogas como causante del destrozo de la vida de una persona (sin tener en cuenta otros factores que pueden afectarlo), me parece muy arriesgado y con alta carga de prejuicio. Porque si ante el hecho de que hay varias personas que la consumen y las consecuencias con respecto a este punto son opuestas en unos y otros, no hay ninguna justificación válida para inclinarse por una de las 2 consecuencias y tomarlas como un absoluto, es decir, como si a todos los que consumen les va a pasar lo mismo, siendo eso cierto por las mismas razones tendría que ser ilegal el alcohol. Por lo que este argumento se cancela a sí mismo.

El argumento de que genera adicción es refutable por el mismo motivo que el anteriormente expuesto. Es incluso a veces más adictivo el café. Además, no hace falta sino meterse a internet o ver televisión (como el programa TABÚ) para ver la cantidad de personas que se vuelven adictos a hasta la cosa más absurda que cabe concebir, por lo que de aceptar este argumento, tendríamos que irnos a vivir todos y cada uno de nosotros a una isla desierta en medio de la nada para que no haya nada a lo que potencialmente volvernos adictos. Otro argumento que cae por su propio peso.

Otra cosa es que estas medidas de intervención gubernamental sobre el consumo y su afán por “coordinar” la sociedad basándose en mandatos y reglamentos de tipo coactivo, producen unos efectos muy perjudiciales para todo el entramado social. Todo tipo de prohibición de una sustancia, ante la cual existe una demanda, detona el surgimiento de grupos criminales que responderán a ella sin importar los costos que conlleve la actividad. Básicamente se trata de una dinámica esencial de los sistemas económicos: en donde quiera que haya una demanda, se gestará un mecanismo para satisfacerla, así de fácil. Esto en relación a las drogas produce consecuencias desastrosas, que son las siguientes:

En primer lugar, aumenta el precio de la sustancia en cuestión porque aumenta el coste de producción de la determinada sustancia en el mercado (en el mercado negro en este caso), ya que para producirla los grupos ilegales tienes que filtrar los procesos de producción y distribución al margen de la ley. Ahora los que se quieran drogar tienen que comprar su dosis a un precio muchísimo más alto.

En segundo lugar, se produce un proceso de criminalización del proceso de producción, distribución y consumo de las drogas al tenerse que violar los procesos de la ley; por tanto, ¿Quiénes se pasan a ocupar ahora de producir y distribuir las sustancias? Aquellos más expertos en violar la ley, mafiosos y criminales. Además que esto pone a los consumidores en contacto directo con los grupos criminales, con el agravante antes mencionado del alto nivel del precio. Lo que conlleva a que esas bandas criminales que dominan el mercado de las drogas, al dominar artimañas para violar la ley, la venden al margen de la ley y a un precio elevadísimo, les produce enormes ganancias y cuantiosos beneficios monetarios. Lo que les permite además corromper el sistema, comprando políticos, jueces, matando a los que les estorban para preponderar en sus objetivos. Es que al legalizar el mercado de las drogas, reglamentándolo de acuerdo a criterios similares a los del alcohol, entonces estos grupos criminales son automáticamente neutralizados, pues quedan despojados de su mercado y por ende de los ingresos que les permiten operar.

La guerra contra el narcotráfico ha sido y es un flagelo que ha absorbido la sangre del mundo durante años. Logrando legalizar el cultivo, producción, distribución y consumo de las drogas eliminaríamos las arcas lucrativas de las mafias, lo que las despojaría de la capacidad de extender sus tentáculos ilegales por el intersticio social, disminuyendo a su vez la necesidad de que personas tengan que cometer algún acto ilegal como robar o incluso asesinar para clandestinamente conseguir una dosis de determinada droga a un alto costo; dosis que podrían conseguir sin matar y sin robar en un mercado liberalizado en cualquier tienda y mucho más barato.

Años de inmensos esfuerzos no lograron reducir ni la producción ni el consumo de drogas ilícitas, pues frente al fracaso de esta estrategia prohibicionista es urgente abrirle la puerta a estas políticas alternativas. Esto sería un gran golpe a la infructuosa guerra contra el narcotráfico, guerra que atacándola directamente jamás se conseguirá acabar, pero con la legalización, seguro que la eliminaríamos completamente. Y con mafiosos sin dinero, ningún sicario podrán contratar, ningún arma podrán conseguir, ningún juez, político o policía podrán chantajear, por consiguiente, más paz. Además, ¿Cuánto dinero de nuestro bolsillo mal gastan los gobernantes en esta estúpida supuesta "guerra contra las drogas"?

Pero es que además resulta, que estos mafiosos no pueden recurrir a los tribunales de justicia para redimir sus conflictos como cualquier ciudadano. No puede llegar un mafioso a reclamar ante un juez a que lo indemnice porque su competidor mafioso está repartiendo cocaína en un sitio que no le corresponde porque no lo estipularon así en un contrato, como se hace con cualquier venta de algún bien y servicio. Por lo tanto, ¿A qué recurre el mafioso en esta situación ante la ausencia de una alternativa por la vía legal? Pues recurre al tiro, a la violencia, a desplazar por la fuerza a sus competidores para preponderar en el dominio territorial y corporativo de su entramado criminal y dictatorial, sumidos en una ilusión de poder. Esto no pasa con competidores de cualquier otro producto legal ¿verdad? En un mercado libre se compite ofreciendo el mejor producto al menor precio posible, y no asesinando a tus competidores.

En consecuencia, vemos que estas medidas producen fundamentalmente dos consecuencias inmediatas y muy perjudiciales: violencia y corrupción.

En tercer lugar, se nos impide el aprendizaje del uso de la sustancia. Estando liberalizada, por orden espontaneo aprendemos por prueba y error cómo debemos de comportarnos en relación con las drogas. En un orden de libertad, la mayor parte de las personas lo aprenderíamos, esto estimularía favorablemente el sentido de auto-responsabilidad entre los individuos, y los pocos que no aprendieran, pues no fueran tratados como criminales sino como enfermos. De hecho, esto se puede constatar. Lugares donde culturalmente es aceptado consumir cierto tipo de sustancias, se aprende a comportarse en relación a ellas, gran parte del cuerpo social logra internalizar el debido uso de la sustancia, consumiéndola en situaciones especiales y la cantidad correcta, como por ejemplo, el vino en el mediterráneo; y donde pasa la situación contraria (de rechazo cultural ante una sustancia) pues, lógicamente la consecuencia es opuesta, porque las personas, en algún punto, en cierto grado, dependiendo de los rasgos personales de cada uno y aunque sea de una forma inconsciente, mecanizan, interiorizan, naturalizan ciertos comportamientos en relación y en reacción a cómo interactúa con todo su entorno social, esto automatiza de algún modo rasgos característicos (buenos o malos) de la cultura, en este caso con relación al uso y consumo de las drogas. El sociólogo francés Pierre Bourdieu le llamaba a esto “habitus”.

Otro gran ejemplo de esto es con relación al alcohol. En Estados Unidos hubo ley seca entre 1920 y 1933; estaba prohibido beber alcohol. Durante la década de 1920 la opinión pública dio un giro, y la gente decidió que había sido peor el remedio que la enfermedad. El consumo de alcohol no sólo subsistió, sino que ahora continuaba de forma clandestina y bajo el control de feroces mafias. En vez de resolver problemas sociales tales como la delincuencia, la Ley Seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad como nunca antes se había percibido en los EEUU. Antes de la prohibición había 4.000 reclusos en todas las prisiones federales, pero en 1932 había 26.859 presidiarios, síntoma que la delincuencia común había crecido gravemente, en vez de disminuir. El gobierno federal gastaba absurdamente enormes cantidades de dinero tratando de forzar la obediencia a la Ley Seca, pero la corrupción de las autoridades locales y el rechazo de las masas a la prohibición (demostrada por el hecho que el consumo no disminuía) hacían más impopular sostener la Ley Seca. Incluso hay una película llamada "los intocables" para que consten esto; donde muestran lo que se vivía en esa época, y todo lo que se corrompía y destruía la sociedad por una ley tan absurda como la del alcohol ilegal, tal como sucede hoy con las drogas. Una vez se legalizó el alcohol, esos problemas se acabaron y espontáneamente la mayoría hemos aprendido a beber alcohol; los resultados están ante nuestros ojos; y no por eso hay toda una legión de ciudadanos y/o políticos buscando ilegalizar el alcohol, a pesar de que también el alcohol es muy dañino. Además los alcohólicos tienen sus sitios especiales donde pueden buscar ayuda para salir de la adicción como "alcohólicos anónimos".

En cuarto y último lugar, otra consecuencia de la prohibición es que bloquea el que es tal vez el mayor y mejor atributo del ser humano: su mente creativa. Quiero decir con esto, que estando liberalizada las drogas, habría un esfuerzo importante de intentar encontrar, descubrir, crear nuevas sustancias que tuvieran los mismos efectos inmediatos que las drogas, pero sin las consecuencias negativas como de dependencia psicológica, física etc. No se puede experimentar con nuevas sustancias, salvo en laboratorios clandestinos. Esto es el resultado del convencimiento al que parece que nos indujeron los gobiernos. Nos lograron convencer de que los seres humanos somos muy defectuosos, que somos torpes y que si no nos controlan terminaremos autodestruyéndonos. Juzgarán ustedes si esto es cierto. Pero, aun aceptándolo a efectos dialécticos, los que nos “controlan” también son seres humanos, entonces qué los hace pensar arrogantemente que ellos (los gobernantes) saben más que nosotros (los ciudadanos de a pie) qué podemos ingerir y qué no, y que con mandatos coactivos sobre la vida privada se solucionará.

Es indignante y estúpido, la lucha contra las drogas es una lucha perdida. Se destruyen y se corrompen autoridades, familias, drogadictos, productores etc. Se persigue, se hostiga, se controla infructuosamente el cuerpo criminal de las drogas ilícitas cuando la solución parece tan sencilla. En vez de proteger la vida, la propiedad, en esencia, proteger los derechos de los individuos sólo cuando son violados por otro individuo. Hay asuntos muchos más importantes por los que ocuparse.

El premio Nobel en Economía de 1992, Gary Becker, incluso sostiene que la legalización reduciría la drogadicción. Bajo la prohibición, los incentivos para el adicto de buscar ayuda se reducen, pues tiene que esconderse de las autoridades. Las posibilidades de ofrecer ayuda también se reducen, con el resultado de que los drogadictos tienden a asociarse con otros adictos. Eso cambiaría con la legalización, ya que habría más oportunidades de ayuda, como es el caso de Alcohólicos Anónimos, por ejemplo. Tal vez podría haber más consumidores, pero el problema de abuso muy probablemente caería. No nos tenemos que quedar en la teoría. Portugal despenalizó todas las drogas en el 2001. El consumo de estupefacientes no se disparó; es comparable o más bajo que el del resto de la Unión Europea donde predominan políticas más prohibicionistas. La cantidad de adictos portugueses buscando ayuda se triplicó en la última década.

La legalización también ayudaría al cultivador de la planta, que vería su cultivo como una legítima actividad agraria y económica. Esto maximizaría la actividad económica, generaría división del trabajo, además de que espontáneamente las escandalosas sumas de dinero que tienen los mafiosos se esparcirían por el mercado. El productor tendría contacto directo con el usuario y eliminaría al intermediario, quien actualmente desempeña un papel ilegal.

Pero es que a pesar de todo lo que se pueda decir sobre este tema, como decir de cuáles son los efectos de la droga en el cuerpo, de decir cómo afectará esto a la economía, y todos nos rasguemos las vestiduras discutiendo bajo estos parámetros; creo que el argumento más importante, relevante y definitivo para legalizar las drogas es mi argumento moral, que traté un poco al principio, y ahora aquí al final, lo redondearé.

Otro punto es que muchas otras personas que están en contra de la legalización piensan que le están haciendo un enorme bien a la humanidad, y se cubren bajo una enorme manta de supuesta bondad y nobleza bajo el slogan de: "por tu propio bien", arguyendo las incontables consecuencias dañinas para la salud que causa esta hierva; pues no, eso no es ni bondadoso ni noble, es perverso e inmoral, ¿por qué? Porque como dije al principio, estas personas creen que está justificado el iniciar el uso de la fuerza si es para beneficiar a la víctima, de que es para evitar que las personas se hagan daño a sí mismas. No, ese argumento concede una premisa falsa; el uso de la fuerza nunca beneficia a la víctima. La tarea del gobierno no es proteger al individuo de sí mismo. Ahora bien, admitiendo el principio de que compete al gobierno proteger al individuo contra su propia necedad, no cabe oponer ya objeciones serias a ninguna ulterior intervención estatal, es decir, ya no sería sorprendente el esperarse que estas personas y gobernantes sigan en su afán de ilegalizar cualquier cosa que arbitrariamente crean que sea un perjuicio para la ciudadanía. Y este es el problema al que nos ha llevado el hecho de que hallamos permitido que el estado se haya metido hasta tan al fondo en nuestras vidas y asuntos privados, y así el clima político del país se ha convertido en una batalla campal entre pandillas e individuos queriendo llegar al poder para imponer por la fuerza sus particulares puntos de vista a todos los demás. Bien, pues esto es abominable, seguir pensando en pleno siglo XXI que el contexto político es como una arena de batalla, y que la sociedad es como una tribu primitiva donde lo que quieren hacer todos es subirse al poder, pararse al frente del pueblo, y decir algo tan absurdo como: "he llegado al poder, tengo que cuidarlos a todos como una niñera, así que he decidido que nadie puede ingerir ningún tipo de droga" y Pum! se los impongo por la fuerza. Este es un claro ejemplo del pragmatismo y la irracionalidad en la que estamos inmersos, ya no se actúa por principios, es un comportamiento muy amoral.

Para el hombre, los valores es propósitos; un valor requiere un cierto estado cognitivo por parte de un evaluador. Consideren el valor de la vida misma. Si alguien ha decidido, por ejemplo, seriamente poner fin a su vida, ¿es un “valor” para él el que otros le obliguen por la fuerza a mantenerse vivo? Si le atan contra su voluntad, le alimentan por vía intravenosa, etc., ¿él está de alguna forma “beneficiándose”? Obviamente no. Si ha llegado a la conclusión de que la vida no es un valor para él, la vida no puede ser transformada por la fuerza en un valor. Da igual si la elección de la víctima es racional o irracional: el bien no puede ser logrado forzando la mente. La esencia del bien es el uso de la mente de uno para captar los hechos de la realidad. Un acto irracional es perjudicial porque el actor está decidiendo no enfocar su mente en la realidad. Cuando se le obliga a actuar a punta de pistola, sin embargo, su mente continúa estando igual de desconectada de la realidad. Otro ejemplo: yo no estoy de acuerdo con la religión, y puedo demostrar lo dañina que es, pero no tengo ningún derecho a imponerle al resto de la ciudadanía que no sean religiosos. Si quieren adorar a un árbol o a un poste telefónico, pueden hacerlo libremente. Nunca pondría una ley para impedírselos.

Lo mismo es cierto cuando fuerzas a una persona a dejar de ingerir alguna droga; los efectos físicos de cualquier acción tienen un significado y un valor sólo al estar determinados por las evaluaciones de uno. El bien de uno se logra a través de acción racional. Consumir drogas no es ciertamente una acción muy inteligente, pero tampoco lo es dejar de hacerlo a punta de pistola. Ningún “bien” puede ser logrado forzando a un hombre a actuar en contra de sus propias conclusiones, sean las que sean. Hacer el bien por la fuerza es como regalarle a una persona toda una galería de obras de arte al precio de vendarle los ojos.

El único medio para cambiar los valores de un hombre es la persuasión. Tienes que penetrar su mente para que él voluntariamente capte el hecho de que una vida de drogas es mala para él. Hasta que (y a menos que) seas capaz de hacerlo, no tienes otra forma de lograr su bien.

¿Qué pasaría entonces, (podrían argumentar algunos), si digamos que se legalizan las drogas, todos se pueden drogar, y tengo un vecino drogadicto que me lanza humo a mi casa y a mí eso no me gusta, o ese vecino en sus momentos de traba y viaje me insulta, me molesta, me acosa sexualmente etc..?, ¿O si conduce drogado y hay un riesgo de que se accidente o atropelle a alguien?, ¿Cómo intervendría en esos casos el gobierno si al fin de cuentas son completamente libres?. Es simple: como dije anteriormente, el que tu consumas drogas es tu problema, pero en el momento en que violes los derechos de otros, con o sin drogas, en ese momento sería obligación del gobierno interferir y detener la acción criminal. Tal como sucede con el alcohol, que es también prohibir conducir drogado, pues está poniendo en riesgo la vida de otros ciudadanos.

Dentro del marco de los derechos individuales, tu libertad es absoluta. Puedes hacer lo que quieras, pero los derechos individuales de cada uno de los ciudadanos, son como una barrera invisible, la cual nadie puede penetrar. Y se supone que es la tarea del gobierno proteger esos derechos y utilizar la fuerza solo como represalia contra aquellos que inician su uso.

Es por estos motivos que apoyo y que estoy completamente convencido de aprobar la ley que legaliza las drogas. Solo utilizando argumentos honestos se podrá vencer esta lucha. Las drogas hoy son ilegales, pero me pregunto y les pregunto a los que quieren que siga siendo ilegal, hasta qué punto y por qué son justificables estas medidas intervencionistas y de control sobre la vida de las personas, y no solo eso, sino desde cuándo resulta que esto es digno de elogiar. Ya demostré lo inmorales que son estas estúpidas reglas, y de esta manera espero que haya un cambio de paradigma en lo que respecta a todos estos temas.

Yo reclamo el derecho moral a vivir TU VIDA sin interferencia de nadie, siempre y cuando no molestes a los demás. Por todo esto le digo: "SI A LA LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS".

“No son las drogas, sino su prohibición lo que destruye la sociedad”

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