El panorama para la legalización de las drogas
parece distante, pero creo que de legalizarse, sería un avance gigante, una meta alcanzada en la
lucha por la búsqueda de la libertad individual total. Pero para entender el
por qué estoy a favor de la legalización, creo que primero es pertinente que se
entienda quién es el principal protagonista de esta disyuntiva: el ser humano.
El ser humano no es una especie que nace con
conocimiento automático de su entorno, la naturaleza no le provee de ese
"conocimiento automático". Por ende, tiene que adquirir conocimiento
por medio del uso de su capacidad cognitiva y su entendimiento con la realidad.
La mente del hombre es su medio básico de supervivencia, su único medio de
adquirir conocimiento, su única guía para la acción. Pero este conocimiento que
va adquiriendo en el transcurso de su vida tampoco es necesariamente correcto,
también es responsabilidad de cada individuo saber si esa información que
adquirió lo está llevando al éxito o a la destrucción. Independientemente de
qué camino ciego, estúpido o irracional decida seguir cada individuo el hecho
persiste: que la mente es el medio de supervivencia del hombre, y que los
hombres prosperan o fracasan, sobreviven o perecen, en proporción al grado de
su racionalidad.
Dado que los hombres no son ni omniscientes ni
infalibles, deben de ser libres de estar de acuerdo o no, de cooperar o de
seguir cada uno su curso independiente, cada uno según su propio juicio; y
nadie, ni ningún otro individuo, ni ningún grupo, sea cual sea su número, ni el
estado, absolutamente nadie tiene el derecho a usurpar ese juicio. No hay
excusa para que ninguna tribu le aplaste la cabeza a cualquier individuo en
cualquier momento.
Cada hombre es una entidad independiente que
posee un derecho inalienable a su propia vida, a su libertad, a la búsqueda de su propia felicidad, a su propiedad (empezando por su propio cuerpo) y ningún otro individuo o grupo
tienen más derechos que otros. Como dice Ayn Rand: "cada persona es un fin
en sí mismo, no un medio para el fin de otros". Por consiguiente, el
requisito fundamental para que un individuo y una sociedad progresen es la
libertad, dentro de un marco objetivo de los derechos individuales. Pero, ¿Cuál
es el principio básico, esencial, el principio crucial que diferencia la
libertad de la esclavitud? Es el principio de acción voluntaria, lo contrario
de coacción física. La libertad, en un contexto político, tiene solamente un
significado: la ausencia de coacción física.
El hombre tiene que ser libre de seguir su
juicio y actuar en consecuencia, así sea que esto implique que se quiera fumar un "cachito" de
marihuana, masticar una hoja de coca o inyectarse heroína, por más que esté
demostrado objetivamente lo perjudicial que sea injerir estas sustancias para
la salud, el principio es el mismo: la libertad, cada quien se puede disponer
de su propia vida como quiera y en el momento que quiera. La tarea del gobierno
debería ser proteger los derechos de un individuo sólo cuando son violados por
otro individuo, no es proteger al individuo de sí mismo. Tampoco ningún hombre
tiene el derecho a iniciar el uso de la fuerza sobre otro; una pistola no es un
argumento.
Si uno está a favor de la libertad, tiene que
estar a favor de los derechos individuales del hombre; si está a favor de los
derechos del individuo, ha de estar a favor de su derecho a su propia vida, a
su propia libertad, a perseguir su propia felicidad. Pero si está a favor de
estas medidas intervencionistas, está en contra de la vida, de la libertad, de su propia felicidad; está a favor de
controles estatales en la vida privada de los ciudadanos; por lo tanto, es un
dictador en potencia.
Entrando ya de lleno en materia, analizaré
cada punto a favor y en contra de la legalización y si estos son válidos o no.
Hay algunos que argumentan que el consumo de
drogas destroza la calidad de vida de una persona. Y aunque esto puede ser
parcialmente acertado, hay que tener en cuenta que hay gran cantidad de casos
en los que personas perfectamente normales y con calidad de vida ejemplar son
consumidores activos de estas sustancias, puesto que atribuirle la culpa
directamente al consumo de drogas como causante del destrozo de la vida de una
persona (sin tener en cuenta otros factores que pueden afectarlo), me parece
muy arriesgado y con alta carga de prejuicio. Porque si ante el hecho de que
hay varias personas que la consumen y las consecuencias con respecto a este
punto son opuestas en unos y otros, no hay ninguna justificación válida para
inclinarse por una de las 2 consecuencias y tomarlas como un absoluto, es
decir, como si a todos los que consumen les va a pasar lo mismo, siendo eso
cierto por las mismas razones tendría que ser ilegal el alcohol. Por lo que
este argumento se cancela a sí mismo.
El argumento de que genera adicción es
refutable por el mismo motivo que el anteriormente expuesto. Es incluso a veces
más adictivo el café. Además, no hace falta sino meterse a internet o ver
televisión (como el programa TABÚ) para ver la cantidad de personas que se
vuelven adictos a hasta la cosa más absurda que cabe concebir, por lo que de
aceptar este argumento, tendríamos que irnos a vivir todos y cada uno de nosotros
a una isla desierta en medio de la nada para que no haya nada a lo que
potencialmente volvernos adictos. Otro argumento que cae por su propio peso.
Otra cosa es que estas medidas de intervención
gubernamental sobre el consumo y su afán por “coordinar” la sociedad basándose
en mandatos y reglamentos de tipo coactivo, producen unos efectos muy
perjudiciales para todo el entramado social. Todo tipo de prohibición de una
sustancia, ante la cual existe una demanda, detona el surgimiento de grupos
criminales que responderán a ella sin importar los costos que conlleve la actividad.
Básicamente se trata de una dinámica esencial de los sistemas económicos: en
donde quiera que haya una demanda, se gestará un mecanismo para satisfacerla,
así de fácil. Esto en relación a las drogas produce consecuencias desastrosas,
que son las siguientes:
En primer lugar, aumenta el precio de la
sustancia en cuestión porque aumenta el coste de producción de la determinada
sustancia en el mercado (en el mercado negro en este caso), ya que para
producirla los grupos ilegales tienes que filtrar los procesos de producción y
distribución al margen de la ley. Ahora los que se quieran drogar tienen que
comprar su dosis a un precio muchísimo más alto.
En segundo lugar, se produce un proceso de
criminalización del proceso de producción, distribución y consumo de las drogas
al tenerse que violar los procesos de la ley; por tanto, ¿Quiénes se pasan a
ocupar ahora de producir y distribuir las sustancias? Aquellos más expertos en
violar la ley, mafiosos y criminales. Además que esto pone a los consumidores en
contacto directo con los grupos criminales, con el agravante antes mencionado
del alto nivel del precio. Lo que conlleva a que esas bandas criminales que
dominan el mercado de las drogas, al dominar artimañas para violar la ley, la
venden al margen de la ley y a un precio elevadísimo, les produce enormes
ganancias y cuantiosos beneficios monetarios. Lo que les permite además
corromper el sistema, comprando políticos, jueces, matando a los que les
estorban para preponderar en sus objetivos. Es que al legalizar el mercado de
las drogas, reglamentándolo de acuerdo a criterios similares a los del alcohol,
entonces estos grupos criminales son automáticamente neutralizados, pues quedan
despojados de su mercado y por ende de los ingresos que les permiten operar.
La guerra contra el narcotráfico ha sido y es
un flagelo que ha absorbido la sangre del mundo durante años. Logrando
legalizar el cultivo, producción, distribución y consumo de las drogas
eliminaríamos las arcas lucrativas de las mafias, lo que las despojaría de la
capacidad de extender sus tentáculos ilegales por el intersticio social,
disminuyendo a su vez la necesidad de que personas tengan que cometer algún
acto ilegal como robar o incluso asesinar para clandestinamente conseguir una
dosis de determinada droga a un alto costo; dosis que podrían conseguir sin
matar y sin robar en un mercado liberalizado en cualquier tienda y mucho más
barato.
Años de inmensos esfuerzos no lograron reducir
ni la producción ni el consumo de drogas ilícitas, pues frente al fracaso de
esta estrategia prohibicionista es urgente abrirle la puerta a estas políticas
alternativas. Esto sería un gran golpe a la infructuosa guerra contra el
narcotráfico, guerra que atacándola directamente jamás se conseguirá acabar,
pero con la legalización, seguro que la eliminaríamos completamente. Y con
mafiosos sin dinero, ningún sicario podrán contratar, ningún arma podrán
conseguir, ningún juez, político o policía podrán chantajear, por consiguiente,
más paz. Además, ¿Cuánto dinero de nuestro bolsillo mal gastan los gobernantes
en esta estúpida supuesta "guerra contra las drogas"?
Pero es que además resulta, que estos mafiosos
no pueden recurrir a los tribunales de justicia para redimir sus conflictos
como cualquier ciudadano. No puede llegar un mafioso a reclamar ante un juez a
que lo indemnice porque su competidor mafioso está repartiendo cocaína en un
sitio que no le corresponde porque no lo estipularon así en un contrato, como
se hace con cualquier venta de algún bien y servicio. Por lo tanto, ¿A qué
recurre el mafioso en esta situación ante la ausencia de una alternativa por la
vía legal? Pues recurre al tiro, a la violencia, a desplazar por la fuerza a
sus competidores para preponderar en el dominio territorial y corporativo de su
entramado criminal y dictatorial, sumidos en una ilusión de poder.
Esto no pasa con competidores de cualquier otro producto legal ¿verdad? En un
mercado libre se compite ofreciendo el mejor producto al menor precio posible,
y no asesinando a tus competidores.
En consecuencia, vemos que estas medidas
producen fundamentalmente dos consecuencias inmediatas y muy perjudiciales: violencia
y corrupción.
En tercer lugar, se nos impide el aprendizaje
del uso de la sustancia. Estando liberalizada, por orden espontaneo aprendemos
por prueba y error cómo debemos de comportarnos en relación con las drogas. En
un orden de libertad, la mayor parte de las personas lo aprenderíamos, esto
estimularía favorablemente el sentido de auto-responsabilidad entre los
individuos, y los pocos que no aprendieran, pues no fueran tratados como
criminales sino como enfermos. De hecho, esto se puede constatar. Lugares donde
culturalmente es aceptado consumir cierto tipo de sustancias, se aprende a
comportarse en relación a ellas, gran parte del cuerpo social logra
internalizar el debido uso de la sustancia, consumiéndola en situaciones
especiales y la cantidad correcta, como por ejemplo, el vino en el
mediterráneo; y donde pasa la situación contraria (de rechazo cultural ante una
sustancia) pues, lógicamente la consecuencia es opuesta, porque las personas,
en algún punto, en cierto grado, dependiendo de los rasgos personales de cada
uno y aunque sea de una forma inconsciente, mecanizan, interiorizan,
naturalizan ciertos comportamientos en relación y en reacción a cómo interactúa
con todo su entorno social, esto automatiza de algún modo rasgos
característicos (buenos o malos) de la cultura, en este caso con relación al
uso y consumo de las drogas. El sociólogo francés Pierre Bourdieu le llamaba a esto “habitus”.
Otro gran ejemplo de esto es con relación al
alcohol. En Estados Unidos hubo ley seca entre 1920 y 1933; estaba prohibido
beber alcohol. Durante la década de 1920 la opinión pública dio un giro, y la
gente decidió que había sido peor el remedio que la enfermedad. El consumo de
alcohol no sólo subsistió, sino que ahora continuaba de forma clandestina y
bajo el control de feroces mafias. En vez de resolver problemas sociales tales
como la delincuencia, la Ley Seca había llevado el crimen organizado a sus
niveles más elevados de actividad como nunca antes se había percibido en los
EEUU. Antes de la prohibición había 4.000 reclusos en todas las prisiones
federales, pero en 1932 había 26.859 presidiarios, síntoma que la delincuencia
común había crecido gravemente, en vez de disminuir. El gobierno federal
gastaba absurdamente enormes cantidades de dinero tratando de forzar la obediencia a la Ley
Seca, pero la corrupción de las autoridades locales y el rechazo de las masas a
la prohibición (demostrada por el hecho que el consumo no disminuía) hacían más
impopular sostener la Ley Seca. Incluso hay una película llamada "los
intocables" para que consten esto; donde muestran lo que se vivía en esa
época, y todo lo que se corrompía y destruía la sociedad por una ley tan
absurda como la del alcohol ilegal, tal como sucede hoy con las drogas. Una vez
se legalizó el alcohol, esos problemas se acabaron y espontáneamente la mayoría
hemos aprendido a beber alcohol; los resultados están ante nuestros ojos; y no
por eso hay toda una legión de ciudadanos y/o políticos buscando ilegalizar el
alcohol, a pesar de que también el alcohol es muy dañino. Además los
alcohólicos tienen sus sitios especiales donde pueden buscar ayuda para salir
de la adicción como "alcohólicos anónimos".
En cuarto y último lugar, otra consecuencia de
la prohibición es que bloquea el que es tal vez el mayor y mejor atributo del
ser humano: su mente creativa. Quiero decir con esto, que estando liberalizada
las drogas, habría un esfuerzo importante de intentar encontrar, descubrir,
crear nuevas sustancias que tuvieran los mismos efectos inmediatos que las
drogas, pero sin las consecuencias negativas como de dependencia psicológica,
física etc. No se puede experimentar con nuevas sustancias, salvo en
laboratorios clandestinos. Esto es el resultado del convencimiento al que parece
que nos indujeron los gobiernos. Nos lograron convencer de que los seres
humanos somos muy defectuosos, que somos torpes y que si no nos controlan
terminaremos autodestruyéndonos. Juzgarán ustedes si esto es cierto. Pero, aun
aceptándolo a efectos dialécticos, los que nos “controlan” también son seres
humanos, entonces qué los hace pensar arrogantemente que ellos (los gobernantes)
saben más que nosotros (los ciudadanos de a pie) qué podemos ingerir y qué no,
y que con mandatos coactivos sobre la vida privada se solucionará.
Es indignante y estúpido, la lucha contra las
drogas es una lucha perdida. Se destruyen y se corrompen autoridades, familias,
drogadictos, productores etc. Se persigue, se hostiga, se controla
infructuosamente el cuerpo criminal de las drogas ilícitas cuando la solución
parece tan sencilla. En vez de proteger la vida, la propiedad, en esencia,
proteger los derechos de los individuos sólo cuando son violados por otro
individuo. Hay asuntos muchos más importantes por los que ocuparse.
El premio Nobel en Economía de 1992, Gary
Becker, incluso sostiene que la legalización reduciría la drogadicción. Bajo la
prohibición, los incentivos para el adicto de buscar ayuda se reducen, pues
tiene que esconderse de las autoridades. Las posibilidades de ofrecer ayuda
también se reducen, con el resultado de que los drogadictos tienden a asociarse
con otros adictos. Eso cambiaría con la legalización, ya que habría más
oportunidades de ayuda, como es el caso de Alcohólicos Anónimos, por ejemplo.
Tal vez podría haber más consumidores, pero el problema de abuso muy
probablemente caería. No nos tenemos que quedar en la teoría. Portugal
despenalizó todas las drogas en el 2001. El consumo de estupefacientes no se
disparó; es comparable o más bajo que el del resto de la Unión Europea donde
predominan políticas más prohibicionistas. La cantidad de adictos portugueses
buscando ayuda se triplicó en la última década.
La legalización también ayudaría al cultivador
de la planta, que vería su cultivo como una legítima actividad agraria y
económica. Esto maximizaría la actividad económica, generaría división del
trabajo, además de que espontáneamente las escandalosas sumas de dinero que
tienen los mafiosos se esparcirían por el mercado. El productor tendría
contacto directo con el usuario y eliminaría al intermediario, quien actualmente
desempeña un papel ilegal.
Pero es que a pesar de todo lo que se pueda
decir sobre este tema, como decir de cuáles son los efectos de la droga en el
cuerpo, de decir cómo afectará esto a la economía, y todos nos rasguemos las
vestiduras discutiendo bajo estos parámetros; creo que el argumento más
importante, relevante y definitivo para legalizar las drogas es mi argumento
moral, que traté un poco al principio, y ahora aquí al final, lo redondearé.
Otro punto es que muchas otras
personas que están en contra de la legalización piensan que le están haciendo
un enorme bien a la humanidad, y se cubren bajo una enorme manta de supuesta
bondad y nobleza bajo el slogan de: "por tu propio bien", arguyendo
las incontables consecuencias dañinas para la salud que causa esta hierva; pues
no, eso no es ni bondadoso ni noble, es perverso e inmoral, ¿por qué? Porque
como dije al principio, estas personas creen que está justificado el iniciar el
uso de la fuerza si es para beneficiar a la víctima, de que es para evitar que
las personas se hagan daño a sí mismas. No, ese argumento concede una premisa
falsa; el uso de la fuerza nunca beneficia a la víctima. La tarea del gobierno
no es proteger al individuo de sí mismo. Ahora bien, admitiendo el principio de
que compete al gobierno proteger al individuo contra su propia necedad, no cabe
oponer ya objeciones serias a ninguna ulterior intervención estatal, es decir,
ya no sería sorprendente el esperarse que estas personas y gobernantes sigan en
su afán de ilegalizar cualquier cosa que arbitrariamente crean que sea un
perjuicio para la ciudadanía. Y este es el problema al que nos ha llevado el
hecho de que hallamos permitido que el estado se haya metido hasta tan al fondo
en nuestras vidas y asuntos privados, y así el clima político del país se ha
convertido en una batalla campal entre pandillas e individuos queriendo llegar
al poder para imponer por la fuerza sus particulares puntos de vista a todos
los demás. Bien, pues esto es abominable, seguir pensando en pleno siglo XXI
que el contexto político es como una arena de batalla, y que la sociedad es
como una tribu primitiva donde lo que quieren hacer todos es subirse al poder,
pararse al frente del pueblo, y decir algo tan absurdo como: "he llegado
al poder, tengo que cuidarlos a todos como una niñera, así que he decidido que
nadie puede ingerir ningún tipo de droga" y Pum! se los impongo por la
fuerza. Este es un claro ejemplo del pragmatismo y la irracionalidad en
la que estamos inmersos, ya no se actúa por principios, es un comportamiento
muy amoral.
Para el hombre, los valores es propósitos; un
valor requiere un cierto estado cognitivo por parte de un evaluador. Consideren
el valor de la vida misma. Si alguien ha decidido, por ejemplo, seriamente
poner fin a su vida, ¿es un “valor” para él el que otros le obliguen por la
fuerza a mantenerse vivo? Si le atan contra su voluntad, le alimentan por vía
intravenosa, etc., ¿él está de alguna forma “beneficiándose”? Obviamente no. Si
ha llegado a la conclusión de que la vida no es un valor para él, la vida no
puede ser transformada por la fuerza en un valor. Da igual si la elección de la
víctima es racional o irracional: el bien no puede ser logrado forzando la
mente. La esencia del bien es el uso de la mente de uno para captar los hechos
de la realidad. Un acto irracional es perjudicial porque el actor está
decidiendo no enfocar su mente en la realidad. Cuando se le obliga a actuar a
punta de pistola, sin embargo, su mente continúa estando igual de desconectada
de la realidad. Otro ejemplo: yo no estoy de acuerdo con la religión, y puedo
demostrar lo dañina que es, pero no tengo ningún derecho a imponerle al resto
de la ciudadanía que no sean religiosos. Si quieren adorar a un árbol o a un
poste telefónico, pueden hacerlo libremente. Nunca pondría una ley para
impedírselos.
Lo mismo es cierto cuando fuerzas a una
persona a dejar de ingerir alguna droga; los efectos físicos de cualquier
acción tienen un significado y un valor sólo al estar determinados por las
evaluaciones de uno. El bien de uno se logra a través de acción racional. Consumir
drogas no es ciertamente una acción muy inteligente, pero tampoco lo es dejar
de hacerlo a punta de pistola. Ningún “bien” puede ser logrado forzando a un
hombre a actuar en contra de sus propias conclusiones, sean las que sean. Hacer
el bien por la fuerza es como regalarle a una persona toda una galería de obras
de arte al precio de vendarle los ojos.
El único medio para cambiar los valores de un
hombre es la persuasión. Tienes que penetrar su mente para que él
voluntariamente capte el hecho de que una vida de drogas es mala para él. Hasta
que (y a menos que) seas capaz de hacerlo, no tienes otra forma de lograr su
bien.
¿Qué pasaría entonces, (podrían argumentar
algunos), si digamos que se legalizan las drogas, todos se pueden drogar, y
tengo un vecino drogadicto que me lanza humo a mi casa y a mí eso no me gusta,
o ese vecino en sus momentos de traba y viaje me insulta, me molesta, me acosa
sexualmente etc..?, ¿O si conduce drogado y hay un riesgo de que se accidente o
atropelle a alguien?, ¿Cómo intervendría en esos casos el gobierno si al fin de
cuentas son completamente libres?. Es simple: como dije anteriormente, el que
tu consumas drogas es tu problema, pero en el momento en que violes los
derechos de otros, con o sin drogas, en ese momento sería obligación del
gobierno interferir y detener la acción criminal. Tal como sucede con el
alcohol, que es también prohibir conducir drogado, pues está poniendo en riesgo
la vida de otros ciudadanos.
Dentro del marco de los derechos individuales,
tu libertad es absoluta. Puedes hacer lo que quieras, pero los derechos
individuales de cada uno de los ciudadanos, son como una barrera invisible, la
cual nadie puede penetrar. Y se supone que es la tarea del gobierno proteger
esos derechos y utilizar la fuerza solo como represalia contra aquellos que
inician su uso.
Es por estos motivos que apoyo y que estoy
completamente convencido de aprobar la ley que legaliza las drogas. Solo
utilizando argumentos honestos se podrá vencer esta lucha. Las drogas hoy son
ilegales, pero me pregunto y les pregunto a los que quieren que siga siendo
ilegal, hasta qué punto y por qué son justificables estas medidas
intervencionistas y de control sobre la vida de las personas, y no solo eso, sino
desde cuándo resulta que esto es digno de elogiar. Ya demostré lo inmorales que
son estas estúpidas reglas, y de esta manera espero que haya un cambio de
paradigma en lo que respecta a todos estos temas.
“No son las drogas, sino su prohibición lo que
destruye la sociedad”
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