La existencia de especies diferentes en lugares
relativamente próximos y que tenían un mismo clima, pero entre los que había
una barrera infranqueable, como ocurre con las diferentes especies de pinzones
y las diferentes subespecies de tortugas terrestres que viven en las islas
Galápagos, fue uno de los principales hechos que condujeron a Charles Darwin a
proponer la teoría de la evolución.
Concepto de especie.
La especie se define como el conjunto de individuos
que se pueden reproducir entre sí y pueden dar lugar a descendientes también
fértiles. Dicho de otro modo, los individuos que no pueden hacerlo se considera
que son de distinta especie. Esta definición, que no es aplicable a los
fósiles, está limitada a los individuos con reproducción sexual.
A lo largo de la historia se han dado dos tipos de
explicaciones sobre el origen de las especies: la creación directa y la
evolución biológica.
Creacionismo, fijismo y
catastrofismo.
El creacionismo y el fijismo eran las corrientes de
pensamiento instaladas en la comunidad científica antes de que fueran
sustituidas por las teorías de la evolución.
La simple observación mostraba que los descendientes
eran iguales a sus progenitores. Así, por ejemplo, los ciervos eran engendrados
por otros ciervos de similares características.
Según la teoría creacionista, el origen de cada una de
las especies se debía un acto creador específico. De manera complementaria a
esta idea, la teoría fijista sostenía que las especies se mantienen invariables
a lo largo del tiempo.
Carl von Linné (1707-1778), uno de los científicos más
representativos de este pensamiento, sintetizaba así estas teorías: "Hay
tantas especies diferentes como formas diversas fueron creadas en un principio
por el ser infinito".
Georges Cuvier (1769-1832) también era partidario de la
inmutabilidad de las especies. Consideraba que los fósiles eran restos de seres
vivos que habían existido en tiempos pasados, pero no de especies antecesoras
de los organismos actuales. Para explicar la desaparición de las especies
fósiles aplicó la teoría geológica del catastrofismo. Según ésta, durante el
transcurso de la historia de la Tierra, habían sucedido varias catástrofes o
cataclismos que provocaron la extinción total de ciertas especies. Sus
seguidores incluso propusieron la creación de nuevas especies después de las
catástrofes (policreacionismo) o debido a las migraciones.
Evolución biológica.
La evolución biológica es el proceso de transformación
de unas especies en otras mediante la acumulación de pequeñas nuevas
características que van adquiriendo las sucesivas generaciones de descendientes
durante millones de años.
Según Dobzhansky (1900-1975), en biología "nada
tiene sentido si no es bajo la perspectiva evolutiva". Efectivamente, la
teoría de la evolución es un modelo útil para entender el desarrollo de la
historia de la vida y prever su evolución futura. Relaciona los conocimientos
de diversas ciencias: genética, bioquímica, botánica, zoología, paleontología,
ecología, biogeografía, etc.
Teorías y pruebas de la
evolución.
El
lamarckismo
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII la
observación de que los individuos de una misma especie no eran todos parecidos
entre sí y de que los descendientes no siempre eran iguales a sus progenitores,
llevó a pensar a algunos naturalistas como Bufon, Maupertuis y E. Darwin
(abuelo de Charles Darwin) que las especies actuales podrían haber surgido por
transformación de las especies anteriores mediante la suma progresiva de
diferencias. Al observar que las nuevas especies procedentes de América se
parecían más a algunas del Viejo Mundo que a otras, pensaron que debía existir
un parentesco, es decir, que las especies más semejantes procedían de un
antepasado común.
El naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829)
publicó en 1809 la obra Filosofía zoológica, en la que expone su
hipótesis sobre la transformación gradual de las especies a lo largo del
tiempo, conocida actualmente como lamarckismo, que constituye la primera teoría
de la evolución.
Los creacionistas sostenían que Dios creaba
directamente las especies, mientras que Lamarck defendía que Dios crea la
naturaleza y esta da lugar a las especies, debido a su tendencia natural hacia
la complejidad y a las adaptaciones causadas por las variaciones ambientales.
Síntesis
de la teoría de la evolución de Lamarck
Tendencia natural hacia la
complejidad: El sentido de la
transformación evolutiva va de las especies más sencillas, formadas por
generación espontánea, a las más complejas.
Desarrollo de adaptaciones al medio - "la función
crea el órgano": Las
variaciones de las condiciones del medio ambiente provocan cambios en las
funciones vitales de los seres vivos, lo cual conlleva que unos órganos se
desarrollen y otros se atrofien. Es decir, las variaciones medioambientales
causan las adaptaciones de los organismos.
Herencia de los caracteres
adquiridos: Las modificaciones
adquiridas por los organismos durante su vida, en su adaptación al medio, se
transmiten a los descendientes.
La explicación de la causa del largo cuello de la
jirafa es un ejemplo clásico de la teoría de Lamarck. Según esta hipótesis, los
esfuerzos realizados durante su vida por el antecesor de la jirafa para
alcanzar las hojas de las ramas altas de los árboles provocó que la longitud de
su cuello aumentase. Sus descendientes heredaron este carácter y, a su vez, lo
desarrollaron. Este proceso de evolución, al cabo de muchas generaciones,
originó el cuello de la actual jirafa.
El lamarckismo, que ha sido superado por las teorías
de la evolución posteriores, no demuestra experimentalmente la tendencia
natural de las especies a aumentar su grado de complejidad, ni tampoco explica
cómo se transmiten los caracteres adquiridos a los descendientes.
El darwinismo.
La teoría de Darwin
El naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882)
participó entre los años 1831 y 1836 en una expedición científica, que a bordo
del barco Beagle dio la vuelta al mundo. Durante este tiempo, Darwin
realizó muchas observaciones que le sirvieron de fundamento para desarrollar su
teoría sobre la evolución de las especies.
Varias décadas después, en 1859, Darwin publicó la
obra titulada El origen de las especies, donde presentó sus conclusiones
sobre la transformación de las especies. Lo hizo al enterarse de que otro
naturalista, Alfred Russell Wallace (1823-1913), había llegado a la
misma hipótesis.
En el archipiélago de las Galápagos, situado en
el océano Pacífico, Darwin observó que aunque la distancia entre las islas no
era muy grande, sus especies eran diferentes. Por ejemplo, observó catorce
especies de pinzones, alguna de las cuales vivía solamente en una de las islas,
que estaban adaptadas a distintos tipos de alimentación, También observó que en
cada isla habitaba una subespecie diferente de tortuga terrestre.
Darwin llegó a la conclusión de que la elevada
biodiversidad de las islas Galápagos se debía a la adaptación y al aislamiento
geográfico. Las adaptaciones a las condiciones ambientales peculiares de cada
isla adquiridas y transmitidas a los descendientes sería la causa de la
progresiva diferenciación de estos Al hallarse separadas en las distintas
islas, se facilitaría la diferenciación de los descendientes en distintas
especies.
Cuatro de las trece especies de pinzones que solo viven en las islas Galápagos. Tienen el pico adaptado para alimentarse: la primera de semillas gruesas y duras; la segunda, de semillas algo más pequeñas; la tercera, de insectos pequeños que viven en grietas, y la cuarta de semillas muy pequeñas.
La lucha por la existencia y el
actualismo.
Darwin desarrolló su teoría teniendo en cuenta las
ideas de Malthus y de Lyell.
Para T. R. Malthus (1766-1834), el crecimiento
de la población humana es proporcionalmente superior al aumento de la
producción de alimentos. Esta situación obliga a los individuos a luchar entre
sí para conseguir los alimentos, es decir, a la lucha por la existencia.
Según Charles Lyell (1797-1875), los procesos
geológicos del pasado debían ser parecidos a los que acontecen en la
actualidad. Serían procesos muy lentos, sin grandes catástrofes y sin grandes
extinciones. Estas ideas se conocen como teoría del actualismo.
Síntesis
de la teoría de la evolución de Darwin.
Elevada capacidad reproductiva: Dado que las especies tienen una elevada capacidad
reproductiva, el hecho de que no aumente indefinidamente el número de
individuos se debe a que los recursos alimenticios son limitados.
Variabilidad de la descendencia: Los descendientes de los organismos que se reproducen
sexualmente son distintos entre sí (excepto los gemelos univitelinos). Unos
están mejor adaptados que otros a las características del ambiente para
desarrollar las funciones vitales.
Selección natural: Cuando las condiciones medioambientales son adversas
para los organismos, se establece entre ellos una lucha por la supervivencia,
en la cual solo sobreviven los individuos más adaptados y se eliminan los
demás. De esta manera se produce la selección natural de los más aptos.
Únicamente los individuos que sobreviven son los que pueden reproducirse y así
transmitir sus caracteres a los descendientes. La selección natura, con el
transcurso del tiempo, va transformando paulatinamente las especies.
Según el darwinismo, el largo cuello de la jirafa se
originó gracias a que por alguna causa entonces desconocida, algunos individuos
nacían con el cuello más largo que otros. Durante las épocas en las que
escaseaban los recursos alimenticios, solo sobrevivían las jirafas que con su
largo cuello llegaban a alcanzar las hojas más elevadas. Al reproducirse
transmitían el carácter del cuello más alargado a los descendientes. Este
proceso se ha mantenido generación tras generación hasta la actualidad.
El
impacto del darwinismo en la sociedad.
La publicación de la obra de Ch. Darwin El origen de
las especies tuvo un gran impacto tanto en los científicos de su época, como en
la sociedad en general. Prueba de ello es que el libro se agotó el primer día
de su publicación.
Algunos científicos se mostraron favorables al
darwinismo, como T. Huxley (1825 1895) que comentó: "Qué extremadamente
estúpido ha sido no haber pensado en ello".
Muchos científicos, sobre todo del campo de las
ciencias físicas, se posicionaron en contra de la teoría de Darwin. También
algunos teólogos se mostraron contrarios al darwinismo, sobre todo, después de
que Darwin publicara en 1871 La descendencia del hombre y la selección en
relación al sexo, donde defendía la aparición de la especie humana por
evolución a partir de un antepasado común con los monos.
Crítica
del Darwinismo.
Las principales críticas desde el ámbito científico
fueron:
·
Las
nuevas características ventajosas propuestas por Darwin se diluirían y
desaparecerían en la descendencia. Hay que tener presente que en aquella época se pensaba que las
características biológicas recibidas eran el resultado de una mezcla de
líquidos de origen materno y paterno.
·
La
teoría de Darwin no explicaba cómo se originaba la variabilidad de la
descendencia; tampoco explicaba que si las modificaciones eran pequeñas, la
selección natural ni las favorecería ni las perjudicaría. Las causas de la variabilidad son las mutaciones y la
recombinación genética, pero para llegar a este conocimiento sería necesario
que se desarrollase la genética. Como Darwin no llegó a conocer los trabajos de
Mendel, debido a su escasa difusión, no supo nunca el origen de la variabilidad
de la descendencia y, por tanto, no pudo responder a las críticas que le
acusaban de no explicar el origen de dicha variabilidad.
·
Una
nueva especie no podía formarse en el mismo lugar que viven sus progenitores. Aunque Darwin sabía que el aislamiento entre las
poblaciones podía ser importante, no supo darse cuenta de que era
imprescindible.
·
Si
las nuevas características ventajosas eran pequeñas, no había existido
suficiente tiempo para que surgieran tantas especies diferentes. En aquella época se pensaba que la superficie fría de
la Tierra solo tenía entre 20 y 40 millones de años y Darwin no encontró
pruebas que demostraran que en realidad llevaba fría más de 3 500 millones de
años.
A partir de 1900, la teoría darwinista sufrió un
declive en su aceptación debido al descubrimiento de las mutaciones, que pueden
implicar grandes cambios en poco tiempo y a algunas carencias; por ejemplo,
Darwin no supo explicar el origen de la variabilidad de la descendencia.
Mutación
Cambio en la información genética de un organismo que
puede modificar sus características y transmitirse a los descendientes.
Recombinación genética
Proceso mediante el cual el material genético se
redistribuye.
El experimento de Wismann
El científico alemán A. Weismann (1834 - 1914)
realizó la siguiente experiencia: cortó la cola, nada más nacer, a veinte
generaciones sucesivas de ratones de laboratorio, unos 1 512 ratones, y
comprobó que continuaban naciendo con la cola igual de larga que sus primeros
antepasados. Esto convenció a muchos científicos de que la hipótesis de que
"los caracteres adquiridos se heredan" (sostenida por el lamarckismo
y también, en menor grado, por el darwinismo) no era cierta.
El
saltacionismo o mutacionismo
En 1900, H. De Vries, C. Correns y E. Tschermak
redescubren las leyes de Mendel, que explicaban la variabilidad de la
descendencia propuesta por Darwin. De Vries, en 1902, descubre las plantas
mutantes, que eran individuos mucho más altos que sus progenitores y que el
resto de la generación. Los descendientes presentaban esta característica y no
podían cruzarse con los anteriores, por lo que constituían una nueva especie.
A partir de este hecho, se desarrolló la teoría
saltacionista o mutacionista. Esta teoría sostenía que la evolución se
realizaba de modo rápido, a saltos, debido a grandes mutaciones sobre las que
actuaba la selección natural, y no de un modo lento y continuo, mediante
pequeños cambios, como sostenía la teoría de Darwin.
Las
pruebas de la evolución.
Darwin aportó numerosos ejemplos de hechos biológicos
que apoyaban su teoría. A estos se sumaron los que presentaron otros biólogos.
Todos ellos juntos se conocen con el nombre de pruebas clásicas de la evolución, que se pueden clasificar en los
siete tipos siguientes.
Pruebas taxonómicas.
La clasificación de los seres vivos se basa en
criterios de semejanza, tanto morfológica como genética (secuencia de ADN).
Así, todas las especies semejantes se agrupan dentro del mismo género,
todos los géneros semejantes se agrupan en una misma familia, etc. Cada
categoría taxonómica (especie, género, familia, orden, clase y filum)
engloba elementos semejantes entre sí. Según la teoría de la evolución, estas semejanzas
se deben a que comparten un antecesor común, es decir, a que todos proceden de
una misma especie más o menos lejana en el tiempo. Esto permite la confección
de un árbol evolutivo, en el que el tronco sería el filum, las ramas
principales las clases, las primeras ramas secundarias los órdenes, etc.
La existencia de los diferentes niveles de semejanza
(categorías taxonómicas), por ejemplo entre las especies de artiodáctilos, queda
mejor explicada por un proceso evolutivo que por creación independiente de cada
especie. Si fuera así, lo que cabría esperar es que las especies fueran tan
distintas entre sí que sería imposible agruparlas por su semejanza.
Igualmente, la existencia de formas intermedias entre
dos taxones, como el ornitorrinco, que posee características intermedias
entre los reptiles (es ovíparo y tiene un pico córneo como las tortugas) y los
mamíferos (tiene pelo y las crías son alimentadas con leche), queda mejor
explicada por un proceso de evolución desde los reptiles a los mamíferos, que
por una creación independiente.
Pruebas biogeográficas.
Se basan en la distribución geográfica de las
especies. Se observa que cuanto más alejadas o aisladas están dos zonas, más
diferencias presentan su flora y su fauna. Si las especies surgieran por
creación independiente, esta característica no tendría por qué darse.
La realidad biogeográfica queda mejor explicada si se
acepta que las especies han surgido por evolución a partir de una primera
especie que ha ido colonizando las zonas próximas y las poblaciones han quedado
aisladas. Un ejemplo de ello podrían ser las once diferentes subespecies de la
tortuga terrestre gigante (Geochelone nigra) que viven en las islas
Galápagos. Seis de ellas viven en seis islas diferentes y las otras cinco en
cinco diferentes volcanes de la isla Isabela, separadas entre sí por barreras
de lava. Todas ellas presentan características diferenciales, es decir, son
formas exclusivas de su zona (endemismos). Por ejemplo, las que viven en islas
de poca altura, y que debido a ello son islas secas, de escasa vegetación de
tipo matorral, presentan un caparazón con forma de silla de montar que les
permite alzar el cuello, y tienen un cuello y unas patas largas, lo que les
posibilita alcanzar las hojas altas. En cambio, las que viven en islas altas y
húmedas, como Isabela, con bosques de niebla y abundante hierba, presentan
caparazones en forma de domo o cúpula y cuello y patas cortas.
Todas estas tortugas terrestres, también llamadas
galápagos, son un buen ejemplo de cómo, a partir de una primera forma, el
aislamiento de sus poblaciones puede generar formas muy diferentes entre sí.
Otro ejemplo clásico lo constituyen las trece especies
de pinzones de Darwin que viven en las islas Galápagos, y de una más que
se halla en las islas Cocos, que distan unos 1 000 km de las anteriores. La
diferencia principal entre estas especies es el tamaño y la forma del pico
dependiendo de su fuente de alimentación.
Unos pinzones tienen un pico grande y fuerte para
alimentarse de semillas gruesas y duras; otros lo tienen más pequeño para
alimentarse de semillas pequeñas; otros tienen un pico grande y cortante para
alimentarse de escarabajos y orugas; otros lo tienen pequeño y puntiagudo para
capturar pequeños insectos en grietas; y otros tienen el pico alargado y duro
para alimentarse de las semillas y el néctar de los cactus. Además, unos están
adaptados a vivir en los árboles y otros a caminar por el suelo. Evidentemente,
los primeros viven solo en las islas que tienen árboles. Hay especies que viven
en todas o casi todas las islas y otras que solo habitan unas pocas islas.
Esta situación, en que una misma familia de pájaros
presenta una gran diversidad de formas de alimentarse, es extraordinaria. Lo
normal es que las estrategias alimentarias se distribuyan entre varias familias
de aves. La explicación de ello es que, como se trata de islas volcánicas
recientes, tienen entre uno y cuatro millones de años; cuando a una de ellas
llegó la primera pareja de pinzones, o una sola hembra fecundada, seguramente
arrastrada por un vendaval, había muchos tipos de alimentos disponibles que
ningún animal aprovechaba. Debido a ello, solo sobrevivieron los descendientes
que podían aprovechar algunos de los alimentos existentes. Cuando
posteriormente algunos ocuparon otra isla, volvieron a evolucionar para
adaptarse a los alimentos que había. Más tarde, cuando algunos volvieron a la
primera isla, posiblemente ya tenían acumuladas tantas diferencias que no se
podían cruzar entre sí, es decir, ya eran especies diferentes. Esto se repitió
muchas veces y así surgieron las diferentes especies. Este proceso evolutivo se
denomina radiación adaptativa. Esta explicación resulta más coherente que
pensar que para cada tipo de alimentación fue creada una especie diferente de
pinzón.
Especies de pinzones de las islas Galápagos y de las islas Cocos. Darwin explica su aparición a partir de una primera especie de pinzón que llegó procedente de las costas de Ecuador, y cuyos descendientes se adaptaron a los diferentes tipos de alimentos y de ambientes que había en cada isla. Observa la relación entre el tamaño y forma del pico y el tipo de alimento.
Pruebas paleontológicas.
El estudio los fósiles revela, a medida que transcurre
la historia de la tierra, un incremento en la complejidad estructural de los
organismos y en la diversidad de especies. Según la teoría de la evolución, a
partir de los primeros órganos simples se originan otros nuevos más complejos,
lo que conlleva que una especie dé lugar a varias especies diferentes.
Si todas las especies hubieran aparecido por creación,
debido a las extinciones habría cada vez menos especies, y si hubiera habido
varias creaciones sucesivas, no tendrían porq qué tener una estructura interna
más compleja que las especies anteriores, como normalmente sucede.
Se han podido establecer algunas series de fósiles que
indican una evolución hacia una progresiva especialización, mediante
modificaciones anatómicas graduales, por ejemplo, en la evolución del caballo.
Además, se han hallado fósiles con características anatómicas intermedias entre
determinadas especies, como el Archaeopteryx, que presenta
dientes y cola (como los reptiles) y alas con plumas (como las aves). Estos
fósiles representan en el proceso evolutivo eslabones intermedios entre grupos
distintos de seres vivos.
Pruebas anatómicas.
Se basan en la comparación de órganos entre diferentes
especies (anatomía comparada). Desde una perspectiva evolutiva podemos
distinguir varios tipos de órganos: homólogos, análogos y vestigiales.
Órganos homólogos
Son los que tienen el mismo origen embriológico y,
como consecuencia, la misma estructura interna, aunque su forma y función sean
diferentes. Por ejemplo, son órganos homólogos las extremidades anteriores de
los vertebrados. Al adaptarse a diversas funciones (volar, nadar, galopar, excavar,
asir objetos) se produce una evolución divergente de las especies que proceden
de un antepasado común. Así pues, los órganos homólogos indican un parentesco
evolutivo con antepasados comunes.
Extremidades anteriores de algunos vertebrados. Tiene una estructura llamada quiridio, formada por un hueso largo (húmero), dos huesos alargados (cubito y radio) y una serie de huesos pequeños (carpos y falanges).
Órganos análogos
Son los que realizan la misma función, aunque tengan
una estructura interna distinta y un origen embriológico diferente. Por
ejemplo, son órganos homólogos las alas de un insecto y las de un ave. Se
considera que su similitud se debe a la adaptación a una misma función (volar)
mediante una evolución convergente. Estos órganos no constituyen una prueba de
parentesco, pero sí de la teoría de la evolución, ya que demuestran cómo
compartir un mismo ambiente ha provocado, a través de la selección natural, una
gran similitud. Las alas de un ave y las de un murciélago son homólogas, ya que
ambas derivan del quiridio de un reptil, y, por otra parte, son análogas, ya
que las adaptaciones de su estructura interna al vuelo son diferentes.
Órganos vestigiales
No realizan ninguna función, por lo que si se extirpan
no se produce ningún perjuicio para el individuo. Son homólogos respecto a
órganos ancestrales, que sí eran funcionales. Según la teoría de la evolución,
estos órganos residuales realizaban una función en los organismos predecesores
y, al no usarse, se han reducido en los organismos actuales.
Ejemplos de órganos vestigiales del ser humano son las
muelas del juicio, los huesos soldados del cóccix, el pelo del pecho y de la
espalda y el apéndice vermiforme. Probablemente, los antecesores de la especie
humana vivían en las copas de los árboles, para lo que desarrollaron una cola
formada por varios huesos y un pelaje que los protegiera de golpes y de las
inclemencias del ambiente; y al alimentarse básicamente de vegetales,
utilizaban más molares y necesitaban un intestino grueso con un apéndice más
amplio.
Pruebas
embriológicas.
Al estudiar el desarrollo de los embriones de
distintos animales, se puede observar ciertas semejanzas entre ellos. Por
ejemplo, tanto en el embrión humano como en el de la gallina aparecen arcos
aórticos y un corazón con solo dos cámaras, similar al de los peces. Este hecho
se explica considerando que las aves y los mamíferos han evolucionado a partir
de ancestros comunes parecidos a los peces.
Arcos aórticos en embriones humanos y de aves. Embriones de distintos tipos de vertebrados en distintas fases de desarrollo.
La ley biogenética propuesta por E. Haeckel
(1834-1919) propone que la ontogenia o desarrollo embrionario de los individuos
de una especie es una corta recapitulación de la filogenia o secuencia de
especies antecesoras. Según esta ley, en las primeras fases del desarrollo
embrionario de una especie se manifiestan algunas características de las
especies ancestrales.
Pruebas
bioquímicas.
Se basan en el estudio comparado de las moléculas de
los organismos de distintas especies. Se observa que cuanto más similares son
las características morfológicas entre dos individuos, más parecidas son las
moléculas que los constituyen. Esta relación no se daría con carácter general
si cada especie se hubiera creado independientemente. Sin embargo, si una
especie procede de otra por transformación, se explica que sus moléculas se
parezcan más a las de las especies más próximas.
Al comparar moléculas de distintos organismos, sobre
todo de ácidos nucleicos (ADN y ARN), se han observado diferentes grados de
parentesco entre ellos y, como consecuencia, se han podido establecer
relaciones de procedencia (líneas filogenéticas) entre diversas especies.
Además, la presencia de determinadas sustancias (como el ADN, ATP, NADH+, etc.)
en todos los organismos se propone como una prueba del origen común de todos
los seres vivos.
Entre las primeras pruebas bioquímicas que se
utilizaron para detectar el parentesco entre las especies, están las pruebas
serológicas, que consisten en el estudio comparado de las reacciones de
aglutinación de la sangre en los distintos organismos. Para ello se introduce
sangre de un individuo de una especie en otro de una especie distinta, con el
fin de que este último fabrique anticuerpos específicos contra las moléculas
(antígenos) de la sangre recibida. Posteriormente, si esta sangre cargada de
anticuerpos se pone en contacto con sangre de la especie donante, se produce un
elevado grado de aglutinación; si se pone en contacto con una especie parecida
a la donante, el grado de aglutinación es menor; y si se pone en contacto con
la sangre de una especie muy diferente, el grado de aglutinación es muy bajo.
Estos resultados se consideran una prueba de la evolución de las especies.
Los grandes primates
Un ejemplo de la aplicación de la técnica anterior es el estudio de la similitud serológica entre los grandes primates. Se inyectó sangre humana a un conejo para que produjera anticuerpos, denominados aglutininas antihumanas. Luego, estas aglutininas antihumanas se pusieron en contacto con sueros sanguíneos de seres humanos y de diversos animales. El máximo grado de aglutinación se obtuvo con el suero humano, luego con el de chimpancé, y en escala descendente, con el del gorila, el orangután, el babuino, el buey, el ciervo, etc., como cabía esperar a partir de las similitudes morfológicas.
Un ejemplo de la aplicación de la técnica anterior es el estudio de la similitud serológica entre los grandes primates. Se inyectó sangre humana a un conejo para que produjera anticuerpos, denominados aglutininas antihumanas. Luego, estas aglutininas antihumanas se pusieron en contacto con sueros sanguíneos de seres humanos y de diversos animales. El máximo grado de aglutinación se obtuvo con el suero humano, luego con el de chimpancé, y en escala descendente, con el del gorila, el orangután, el babuino, el buey, el ciervo, etc., como cabía esperar a partir de las similitudes morfológicas.
El
neodarwinismo o teoría sintética.
Entre los años 1920 y 1930 se fue diluyendo la
controversia entre seleccionistas o darwinistas y mutacionistas o mendelianos,
al comprobarse que algunas de las grandes mutaciones se podían explicar como
resultado de la interacción entre varios pares de genes.
Se dedujo que el origen de la variabilidad de la
descendencia se debía a las mutaciones (en los organismos con reproducción
asexual) y a las mutaciones y a la recombinación genética (en los organismos
con reproducción sexual).
Además, se observó que las mutaciones se producen al
azar y pueden ser favorables o desfavorables para alcanzar una determinada
adaptación. La selección natural actúa como una criba sobre la variabilidad que
originan las mutaciones, favoreciendo las que resultan más adaptativas al medio
ambiente.
S. Hardy (1877-1947) y W. Weinberg (1862-1937)
demostraron que quienes evolucionan son las poblaciones (conjunto de individuos
que pueden reproducirse entre sí), no los individuos, ya que estos mueren con
sus caracteres, mientras que las poblaciones varían a medida que aparecen
individuos con caracteres distintos. Para estudiar la evolución de las
poblaciones se observan las variaciones en las frecuencias de los genes que
presentan (frecuencias génicas).
Según algunos científicos, como J. Haldane
(1892-1964), R. Fisher (1890-1963) y S. Wright (1889-1988), las migraciones,
las mutaciones, la deriva genética y la selección natural, son los principales
factores que pueden modificar las frecuencias génicas de las poblaciones y, por
tanto, provocar su evolución. Su estudio recibe el nombre de genética de
poblaciones.
Especiación
alopátrica y simpátrica
Cuando el aislamiento entre dos
poblaciones es de tipo geográfico se habla de especiación alopátrica, y si no
lo es, se denomina especiación simpátrica. En este último caso las barreras que
impiden la reproducción pueden ser:
.Barreras
mecánicas. Por
ejemplo, la que se da entre dos razas de perros de tamaños muy diferentes, por
lo que no se pueden acoplar con facilidad para reproducirse.
.Barreras
ecológicas. Por
ejemplo, el caso de los parásitos que se especializan en atacar a especies
diferentes.
.Barreras
etológicas. Por
ejemplo, cuando los machos han modificado las pautas de galanteo y las hembras
no los aceptan.
Factores que modifican las frecuencias génicas.
Migraciones: Son las
llegadas a unas poblaciones de individuos procedentes de otras zonas
(inmigraciones) y, también, las salidas de individuos de unas poblaciones hacia
otras (emigraciones).
Mutaciones: Son cambios inesperados y al azar en la información
genética. Gracias a ellas a partir de un gen se originan otros genes.
Deriva
genética: Es la variación en
las frecuencias génicas. Eso se debe a que el número de individuos
reproductores que forman la generación siguiente es inferior al necesario para
que estén bien representados todos los genes.
Selección
natural: Es la eliminación de
los individuos menos aptos, es decir, los que tienen una menor eficacia
biológica. Esta se puede definir como la capacidad de sobrevivir y dejar
descendencia.
Posteriormente, se descubrió que para que dos poblaciones evolucionen
hasta dar lugar a dos especies distintas, es preciso que se mantengan aisladas
entre sí.
De esta manera no se producirán cruces entre ambas poblaciones y, por
tanto, no se compartirá el mismo fondo genético y así se posibilita la
diferenciación entre las poblaciones.
En 1947, en un congreso en Princeton, cuatro científicos de diferentes
países, el zoólogo inglés J. Huxley (1887-1975), el genetista ucraniano T.
Dobzhansky (1900-1975), el paleontólogo americano G. Simpson (1902-1984)
y el sistemático alemán E. Mayr (1904-2005), realizaron una síntesis
entre la teoría de la evolución de Darwin, la teoría mendeliana de la herencia
y la genética de poblaciones. Dicha síntesis se conoce con el nombre de neodarwinismo
o teoría sintética de la evolución.
Síntesis de la teoría sintética de la evolución
Variabilidad de la descendencia: La variabilidad en la descendencia se debe a las
mutaciones, que originan nuevos genes, y a la recombinación genética, que da
lugar a nuevas combinaciones de genes.
Selección natural: La selección natural elimina los individuos menos
aptos y permite reproducirse a los mejor adaptados.
Variación de las frecuencias génicas: Son las poblaciones las que evolucionan, al variar sus
frecuencias génicas, no los individuos, que permanecen durante su vida con los
mismos genes que tenían al nacer. Los factores que provocan la variación de las
frecuencias génicas son: las mutaciones, la deriva genética, la selección
natural y las migraciones.
Aislamiento geográfico: Para que una población dé lugar a una nueva especie es
necesario que se mantenga aislada de las otras.
Crítica del neodarwinismo
El neodarwinismo o teoría sintética es el modelo
evolutivo básico que desde 1950 ya se acepta en todas las universidades, pero
se han planteado algunos aspectos que no quedan bien explicados por este
mecanismo, y ello ha dado lugar a nuevas teorías que matizan sus postulados.
Las principales son la teoría del equilibrio puntuado y la teoría neutralista.
Por otro lado, también cabe citar las críticas al neodarwinismo realizadas
desde el campo de las matemáticas y las basadas en el registro fósil.
La
teoría neutralista
La teoría neutralista fue expuesta en 1968 por el
científico japonés M. Kimura (1924.1994). Esta teoría mostraba una
posible explicación al dilema de Haldane.
En 1957, J. Haldane, uno de los fundadores de
la genética de poblaciones, planteó el siguiente problema, conocido como el
dilema de Haldane. Dado que la evolución se basa en la sustitución de unos
genes por otros nuevos y más favorables, que aparecen por mutación, es
necesario que la selección natural elimine a los portadores de los genes
antiguos. Los cálculos que realizó demostraron que debían morir más individuos
por generación que los que normalmente existían. Por otro lado, para pasar de
una especie a otra no es suficiente el cambio de un solo gen, sino de muchos
más, con lo que el problema todavía era más grave.
Según Kimura, en el nivel molecular, la mayoría de las
mutaciones no son favorables ni desfavorables, sino que son mutaciones neutras.
Estas mutaciones no se ven afectadas por la selección natural y, por tanto,
implican una reducción de la elevada mortandad que había calculado Haldane.
Kimura, al comparar un mismo tipo de proteínas de
distintos individuos, observó que existían diferencias en la composición de
aminoácidos, incluso entre los de la misma especie. Según la teoría
neodarwinista, la selección natural eliminaría las moléculas menos eficaces,
con lo que la variedad de aminoácidos debería ser mucho menor. Por tanto, el
desarrollo evolutivo de las proteínas dependería más del azar que de la
selección natural y la mayoría de las mutaciones moleculares no serían
adaptativas.
Como se puede observar, la supervivencia de muchas
estructuras vivas (esporas, semillas, huevos, espermatozoides, etc.) está más
ligada al azar que a su información biológica.
La
teoría del equilibrio puntuado
La teoría del equilibrio puntuado fue
presentada en 1972 por los paleontólogos norteamericanos N. Eldredge y S.
Gould. Esta teoría intentaba dar respuesta a algunas de las cuestiones que
no explicaba el neodarwinismo.
Al observar los fósiles, pueden verse estructuras
biológicas que han experimentado una transformación gradual. Por ejemplo, se
observan sucesiones de conchas fosilizadas de moluscos, cada una de ellas con
un número mayor de espiras. Para el neodarwinismo esta evolución de las conchas
se explica según el gradualismo filético:
- · A partir de la especie ancestral, la secuencia de especies constituye una misma línea evolutiva
- · La transformación de unas especies en otras es lenta y continua.
- · La transformación se desarrolla al mismo tiempo en toda la población.
Por el contrario, también se observan secuencias de
fósiles no graduadas, que presentan saltos al faltar formas intermedias. El
modelo del gradualismo filético no proporciona una explicación de estos saltos.
Según la teoría del equilibrio puntuado, durante la
evolución pueden existir largos períodos de equilibrio, en los que las especies
no cambian apreciablemente, seguidos de cortos períodos puntuales o de
discontinuidad, en los que tiene lugar una evolución rápida.
Esta última se puede interpretar de la siguiente
manera. Una pequeña población de una especie queda aislada del resto de
individuos y, al encontrarse sometida a nuevas condiciones ambientales,
evoluciona hasta constituir una nueva especie. Más tarde, dicha especie regresa
al lugar original de procedencia y alcanza una posición predominante sobre la
especie inicial. Esta predominancia puede deberse a varias causas:
- · Que la población pequeña haya adquirido rápidamente un conjunto de adaptaciones ventajosas gracias a que la selección natural ha sido más intensa en la zona ocupada por ella.
- · Que la población pequeña, debido a la selección natural, se haya adaptado a un tipo de alimentación distinta, por lo que no competiría con la especie inicial si coincidiesen.
- · Que la especie inicial se hubiera extinguido bruscamente debido a un cambio en las condiciones de su medio ambiente.
La falta de fósiles de formas intermedias se debe a
que el área donde habrían evolucionado es muy pequeña.
La teoría del equilibrio puntuado implica una
corrección del evolucionismo lento y gradual propio del darwinismo.
La
falta de tiempo
En 1970, J. Monod (1910-1976) publicó la obra El
azar y la necesidad, en la que defiende, desde un enfoque filosófico que el
azar es suficiente para explicar desde la aparición de la vida hasta la del
complejo funcionamiento del cerebro humano.
Dos años después, el matemático G. Salet publicó
El azar y la certeza, en el que calculaba la probabilidad de la
propuesta de Monod y llegaba a la conclusión de que la selección natural y las
mutaciones actuando al azar no son suficientes para explicar la macroevolución,
es decir, la evolución que origina nuevos taxones de nivel superior al género.
Salet se apoya en la ley única del azar o ley de Borel,
que dice que un suceso que tiene una probabilidad extraordinariamente baja no
sucede nunca y que no se pueden repetir los sucesos cuya probabilidad es muy
débil. Explica que para tener una probabilidad entre cien mil de que apareciera
un vertebrado tetrápodo con cinco nuevos genes funcionales harían falta mil
millones de años. Para este autor, la evolución se produce mucho más
rápidamente de lo que permite el neodarwinismo.
El
registro fósil
Otras críticas han venido del campo de la
paleontología. Según el zoólogo francés P. Grassé (1895-1985), "la
única verdadera ciencia de la evolución es la paleontología" ya que solo
observando los fósiles podemos saber lo que realmente sucedió. En 1973 publicó
la obra La evolución de lo viviente, en la que, basándose en el registro
fósil, indicó que el paso de los reptiles a los mamíferos se ha producido de
forma diferente a la descrita por el neodarwinismo. También expone que la
acción de las mutaciones al azar y la selección no explican ni las acciones
coordinadas sobre varios órganos a la vez, necesarias para que se produzcan los
grandes cambios evolutivos, ni el hecho de que no hayan aparecido nuevas clases
en los últimos doscientos millones de años (la última fue la clase mamíferos,
que es de dicha época), ni permite establecer un ancestro común a los tipos
protozoo, artrópodo, molusco, vertebrado, etc.
Si las críticas de Salet y de Grassé son correctas, en
el proceso evolutivo también intervienen otros aspectos que no conocemos.
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